¿Quién no vio alguna vez las paredes del baño y más específicamente de la ducha manchadas con esa pátina blanquecina parecida a la harina? Es como si alguien se hubiese tomado el trabajo de "pintarnos con tizas blancas" los cerámicos del baño. ¡Cuánto lo odiamos!-
En principio digamos que esa detestable mancha es lo que se conoce como sarro. ¿Y qué es? Básicamente es el sedimento calcáreo que deja el agua al evaporarse. Es un material salitroso sólido que está en suspensión en el agua y que no vemos pero que cuando el componente líquido se seca nos deja como desagradable regalo visible en la superficie. Esto no solo pasa en las paredes sino en toda superficie en la que hay o circula agua y se facilita su acumulación o sedimentación: griferías, caños, ollas, mesadas de cocina o baño y ¡hasta en nuestros dientes!. Hay algunos lugares en los que el agua contiene más minerales que en otros y deja más manchas. Es lo que se conoce como agua dura. Además el sarro tiene componentes orgánicos que ayudan a la creación de bacterias y hongos por lo que a veces va acompañado por manchas de moho.-
Sobre este tema hay mucha confusión y varios mitos. Vamos a aclarar algunos:
1) Es sarro se limpia con ácido muriático: si bien hay que decir que es cierto no es menos cierto que hay que tener mucho cuidado. El ácido debe ser dosificado en una proporción correcta ya que es peligrosa su manipulación para las personas y ataca los esmaltes de los cerámicos. Es mucho más eficiente y sano limpiarlo con vinagre o bicarbonato de sodio rebajado en agua.
2) Los cerámicos opacos y "rústicos" no deben ser usados en baños, solo los brillantes. Falso. Todo cerámico será víctima del sarro. El esmalte no será penetrado por el agua (recordemos que son vítreos). Lo que si es cierto que cuanto más áspera sea la textura del esmalte mayor superficie de agarre tendrá el sarro. ¡Pero esto no prohibe el uso de modelos opacos! Habrán visto seguramente superficies muy tersas y brillantes atacadas por el sarro. ¡Y muchas mamparas de cristal absolutamente liso!
3) Al sarro hay que sacarlo lijando: hay quienes usan la abrasión cómo método para extraer el sarro. Y hay que decir que es eficaz ¡pero muy negativo para la superficie del cerámico, mesada, etc. Es común que este método se use en artefactos sanitarios de porcelana. El problema es que al lijar es imposible no tocar la superficie afectada. La lija saca es sarro, claro, pero raya también el esmalte de la porcelana sanitaria y amplía la superficie de agarre por lo que, cuanto más lijamos, más residuo salitroso tenemos.
Hay un viejo truco de la abuelas que es el mejor de todos, el más fácil y el más económico: SECAR LAS SUPERFICIES. Al secar (¡con la toalla!!!) te llevás el residuo en la tela y no queda nada que manche. Para la toalla o el trapo no es nada y no vas a tener problemas. Eso si... hay que trabajar siempre secando.-
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